martes, 24 de noviembre de 2009

Reflexión...

Hay una única reflexión: Uno se enferma, si así lo quiere.

No se nada de ciencia ni de medicina, pero soy una convencida de que las enfermedades primero pasan por la cabeza, y después por el resto del cuerpo.


Algunas veces pueden manifestarse como mecanismo de defensa… quizás como un llamado de atención hacia los demás. Como una forma de gritar y decir que uno esta acá, y no lo están viendo.

Otras veces podes enfermarte por tristeza, por ciertas emociones no manifestadas, por deseos reprimidos, por angustias no exteriorizadas…

Podes enfermarte también, por cansancio. Pero no me refiero únicamente al cansancio por exceso de actividad física, sino por estar cansado de vivir.

Hay gente que se muere de aburrimiento. Hay otra que muere de tristeza. Y algunos otros que se mueren porque consideran que hasta ahí llegaron.


La hipocondría consiste en creer que uno tiene, infundadamente, una enfermedad gravísima. Un temor frente a los síntomas y un constante control físico.

Hay épocas en donde me atajo y creo tener algo que no tengo. Pero más que hipocondría, me parece que tiene que ver con razonar la posibilidad de una enfermedad. Una especie de aviso frente a un posible ataque al cuerpo. Y me detengo, lo pienso, lo analizo. Estudio si tengo ganas o no de padecer esa enfermedad que auguro.

Poco tiempo después, ese análisis desaparece y consigo, se van los síntomas. No, no tengo ganas de estar enferma. Tengo muchas cosas divertidas para hacer y en las que pensar…


Las enfermedades se las dejo a aquellos que, temerosos del dolor, prefieren tomar pastillas y convencerse de que el mejor remedio es no pensar.